La motivación es mayor cuando decides "empezar desde el lunes" o cuando ves los primeros avances. Pero ¿qué pasa cuando llega el día en que prefieres saltarte el entrenamiento? Ahí es cuando más importan los pequeños trucos que te impulsen.
1. Vístete para el entrenamiento, y eso ya es la mitad del trabajo.
Los estudios demuestran que un cambio de vestuario (ropa deportiva en lugar de pijama) aumenta la sensación de preparación y la probabilidad de completar un entrenamiento. Si ya te has puesto zapatillas, es más difícil rendirse.
2. Regla de "solo 5 minutos"
Convéncete de que solo harás el entrenamiento durante 5 minutos. A menudo, al empezar, la motivación despierta y continúas hasta el final. Incluso si te quedas esos 5 minutos, es mejor opción que nada.
3. Conecta el entrenamiento con el ritual
La motivación aumenta cuando siempre haces ejercicio después de la misma actividad: después del café de la mañana, después del trabajo o justo después de ducharte. Cuando el entrenamiento se vincula a un hábito preexistente, se convierte en una rutina diaria.
4. Sigue tu progreso
Registra los entrenamientos realizados o usa la aplicación. Ver una línea de continuidad o una casilla marcada te da una sensación de logro y te recuerda que no quieres que la racha se acabe.
5. Recompénsate
Después de entrenar, date un capricho con algo que te guste: una ducha caliente, tu podcast favorito o una comida saludable. Las pequeñas recompensas aumentan la sensación de satisfacción y asocian el ejercicio con una experiencia positiva.
Conclusión
La motivación no siempre es la misma, y es normal. En lugar de esperarla, usa pequeños trucos que te ayuden a ponerte en marcha. A menudo, lo más difícil es solo el primer paso, y una vez que lo das, tu cuerpo y tu mente harán el resto.
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